lunes, 8 de julio de 2013

BITÁCORA CON BINOMIO FANTÁSTICO

    Inicio mi andadura por este blog "jugando a ser escritora", lema ideado junto a mi compañero de escritura, Alex Regueiro, y enmarcado en lo que ambos denominamos "obligaciones con ilusión". Alex dice que "vivo de rentas" con el relato que voy a publicar. Pero también os digo, que estoy escribiendo y algún día este trabajo verá la luz, al menos entre mis amigos.

   Este, mi primer relato, salió de una caja de sorpresas y se creó a raíz de dos palabras que habían quedado suspendidas en el espacio. Se titula "Aire y Esperanza":



        "Una explosión sacudió la ciudad. La caja de las palabras había estallado y una gran nube de partículas se proyectó al vacío, quedando suspendidas en el espacio. Únicamente permanecieron inmutables “aire” y “esperanza”

 Todo se paralizó y la ciudad se volvió gris, inanimada, como ausente de vida. Esta catástrofe había sido ocasionada por la incomunicación que arrastró al lenguaje, hasta ahora contenido en una maravillosa caja dispuesta para uso, disfrute y comprensión del mundo, a su autodestrucción.

 “Aire” comenzó a describir trayectorias circulares, horizontales, en diferentes sentidos. Imprimió velocidad a estos movimientos y consiguió que las partículas suspendidas en el vacío fueran depositándose en la superficie de la ciudad. “Esperanza” permaneció estática, invariable, suspendida en el espacio. No parecían afectarle los impulsos que "aire" iba causando con sus oscilaciones.

 “Aire” observó que la desintegración de las partículas no había sido absoluta y que con las letras que formaban su esencia podían recuperarse algunas palabras: Con la “A” ayudó a las palabras, amor, amistad, aroma. La “I” fue para regenerar ilusión, inteligencia, individuo. La “R” sirvió para construir la razón e impulsar la palabra motor. Y por último se percató de que quizás la “E” incentivaría a “esperanza” y con su ayuda lograrían que este gran ente llamado mundo recuperase el diálogo.

 La “E” se insertó en “esperanza” e hizo que fuera moviéndose por toda la ciudad. A su paso el gris se fue tornando verde y la naturaleza fue cobrando vida. Con la esencia que había quedado tras compartir con las palabras que habían sobrevivido, “aire” se unió a “esperanza" y juntas, movilizaron todas las palabras y se depositaron en el corazón de un niño, que comenzó a latir, antes inerte. Y en este momento surgieron nuevos aires de esperanza para la humanidad".
(Coral González Vázquez)