jueves, 31 de octubre de 2013

Cuentos en el país de FANTASIA (I)

Todos hemos oído, cientos de veces, que debemos  de conservar al niño que llevamos dentro. Y también que, en Fantasía, existen personajes que cobran vida cuando deseamos e, incluso, animales que hablan. En mi viaje a ese mundo, escribí una historia de “canes literatos”, que titulé: “Cuento de perrillos boconcetes”.
Imagino, que no dudareis de la existencia de este tipo de canes, en un país en el que los animales piensan y sienten como humanos. Y en donde la AMISTAD se manifiesta en la más pura esencia de su palabra, reino del amor incondicional:

Había una vez un perrillo boconcete, que vivía en un país situado muy al norte. Era muy amigo de sus amigos y un filósofo entre los canes literatos.  Siempre estaba dispuesto a ayudar, aunque para ello tuviera que cruzar ríos, saltar montañas e incluso subir en globo. No se amilanaba ante nada, era lo que se dice un perrillo valiente. Incluso luchaba contra dragones, si con ello contribuía a que todo el mundo fuera más feliz en el país de la ilusión. Tenía una fantasía desbordante y estaba convencido, de que era un personaje muy seguro de sí mismo. Se llamaba Kevin, como el actor de “Bailando con lobos”. Si…, es que esta historia se mueve a “cuatro patas”.

 Y un día conoció a una perrilla bocona llamada Sandy, muy artista y creativa. Nació una profunda y sincera amistad entre ellos. Y con el tiempo confiaron tanto el uno en el otro, que empezaron a compartir conocimientos, experiencias, vivencias e ilusiones. Y tan fuerte fue el lazo que les unió, que juraron que esa amistad debía salvaguardarse ante todas las dificultades y sinsabores que la vida les deparase.
Boconceta tenía mucho carácter, pero era generosa con sus amigos. Pensaba que la amistad era lo más valioso que todo perrillo humano debe poseer y su mayor riqueza. Y con esas ideas tenía muchos amigos con los que se identificaba.
Como a ambos les gustaba la escritura, consiguieron definir su amistad con las palabras “feeling y empatía”, o lo que es lo mismo llevarse bien y estar de acuerdo en todos los proyectos que ellos organizasen, sin dudar, en ningún momento, de su afición y de sus capacidades para sacarlos adelante.
Cada vez que la perrilla, impulsiva como era, ideaba algo que boconcete suponía era alocado y un tanto descabellado, éste reaccionaba dando sabios y filosóficos consejos, recordándole que  los proyectos y las ilusiones comunes, jamás deberían echarse a perder.
Llegó un momento en que Sandy se cansó del exceso consejero de Kevin “el filósofo”, y cada vez más a menudo se enfadaba con él, dado que ella se sentía artista y creativa. Los dos empezaron a tener miedo. Él, de que los proyectos comunes pudieran echarse a perder, tanta era la ilusión depositada.  Ella, de que su amistad se resintiera e incluso se malograra, al estar todo el “santo día” oyendo filosofadas.
Y amigos, he aquí que cada vez que la perrilla se iba de vacaciones, Kevin siguiendo en su línea, le fastidiaba la despedida con sus consejos: cuidado con los aviones, los barcos, los coches, los perros desaprensivos..., consiguiendo que ella se inundara en  dudas y se cabreara.
Y así año tras año, hasta que decidieron que no podían seguir discutiendo siempre a causa de sus miedos recíprocos y dejaron de ser amigos.

Pero el tiempo, la distancia, la separación y la mutua añoranza, acabaron con todas las dudas de la perrilla. Comprendió que los miedos que sentía el perrillo eran equivalentes a las ilusiones depositadas en los proyectos emprendidos. Y concluyó que su naturaleza impulsiva había dado al traste con su amistad. Y boconcete pensó y reconoció, que se había excedido en sus consejos filosóficos, y que todos los seres racionales aprenden en base a sus propios errores.
Un bonito día quedaron en el parque y hablaron acerca de los motivos que provocaron la ruptura de su amistad. Boconceta le argumentó que, ella, sabía de sus posibilidades, que estaba madurando y se había convencido que para llegar a ser una buena escritora, el camino iba a ser arduo. Que controlaría sus impulsos y que no era necesario que el perrillo insistiera en dejar siempre claro que los proyectos de ilusión eran lo más valioso para los “canes humanos”, ya no necesitaba tantos consejos, había aprendido en este tiempo y así le transmitió a su amigo: todos debemos aceptarnos como somos. Boconcete asintió y se fundieron en un tierno abrazo. Brotaron flores en el jardín de Fantasía.
Amigos, éste es un cuento de cariño y amistad. Si encuentran a perrillos como los de esta historia, luchen por no perderlos, sigan sus pasos. Aprenderán de ellos valores que en algunas ocasiones los humanos olvidan: respeto, confianza, amor incondicional. Palabras como gratitud, compartir, apoyo mutuo, y un sin fin de vocablos que componen lo mejor de la esencia humana.
Para encontrar Amigos como estos perrillos, hay que ser generoso, abierto, salir cada día con una sonrisa y pensar que todos los proyectos que tenemos que compartir con todo ese maravilloso universo que nos rodea, han de ser considerados "obligaciones con ilusión".
Es muy eficaz poseer una brújula, pues ya hemos dicho que el país de los boconcetes está situado muy al norte, o sea que no se desorienten amigos, nunca pierdan su” norte”. Importante es fijarse en una estrella que les guie en su búsqueda. Y creo que la estrella situada más al norte es la Estrella Polar. ¿Es así? ¿No? ¿Cuál será? ¿Andrómeda?
Pienso que no es lo más importante. Cualquiera de los cuatro puntos cardinales nos puede conducir a los mundos de la ilusión. Y piensen... La felicidad la hacemos todos nosotros, mientras experimentamos esos breves momentos que sobreviven de la ilusión.
(Coral G. Vázquez)

Por supuesto seguiré escribiendo amigos, mi entorno actual y con el que me siento plenamente identificada, tiene como arma las letras, como elemento principal la imaginación y como integrantes a grandes creadores de historias. Y por cierto, las personas que van rellenando los renglones en blanco del libro de la vida, no siempre escriben sobre sí mismas, casi siempre es producto de su imaginación. Y a este cuento me remito. Sandy es mi perrilla y Kevin fue mi perrillo y ahora está en el cielo de los canes, pero su amor incondicional los humaniza. Volveré…

domingo, 27 de octubre de 2013

A mi amiga Pili Otero, extraordinaria y vital persona, madre, esposa y abuela, le dedico un relato que escribimos hace unos días en la clase de Escritura Creativa de la UPZ. Rosa, la profesora, nos pidió que relacionáramos uno de los sentidos con una vivencia de la infancia, acordándome de mi madre, escribí "Aroma de Violetas":


-¿Mamá me moriré?- , le decía, siempre, a mi madre, cuando sufría alguna caída, dado que era una niña despistada, y tan apenas me fijaba donde colocaba los pies.
Corría hacia ella y, llorando, me sentaba en sus rodillas, me rodeaba con sus brazos y meciéndome, al tiempo que me besaba con la dulzura que solo una madre es capaz otorgar a sus hijos, me decía:
-No cariño, ¡nunca te pasará nada! Mamá estará a tu lado
Colocaba mi cabeza en su hombro y todo el tiempo que duraban mis lágrimas, lo pasaba oliendo esa fragancia de violetas que la distinguía de todas las personas que formaron parte de mi infancia.
En los momentos más felices de mi niñez, ese aroma ha estado presente: cuando salía del colegio, al volver a casa tras jugar con los niños en la calle, en el cine con mis padres… era tranquilizador saber que, en cualquier lugar de mi infancia, percibiendo ese aroma, me sentía protegida.
Hace unos días Rosa nos pidió hiciéramos un relato visualizando a través de los sentidos para dar un mayor realismo a nuestros escritos. En ese instante reconocí en mi memoria esa fragancia de violetas, cerré los ojos y recuperando toda esa información de mi infancia, supe que mi madre estaba a mi lado. (Coral).
Seguiré escribiendo, me gusta, es algo que no he hecho en años metida como estaba, al igual que todas las personas, en la vorágine del trabajo. Quiero expresar a través de mis palabras, sentimientos, emociones y decirle a l@s amig@s que no ves a diario, pero que sabes que están ahí, que los quiero. Volveré…

domingo, 20 de octubre de 2013


Club de Lectura de Biblioteca Santa Orosia: Libro "21 Relatos Góticos de Alex Regueiro": Primera reunión.


El pasado viernes 18 de Octubre, iniciamos las actividades del Club de Lectura de la Biblioteca de Santa Orosia, comentando el libro "21 Relatos Góticos" de Alex Regueiro, amigo, compañero de escritura y que ha sido la persona que me animó a entrar en este mundo de "jugar a ser escritores", al contar conmigo en el proyecto de su libro.
 
Laura Mañas, responsable de la Biblioteca, inició el calendario con el análisis y debate del libro de Alex. Fue una reunión amena y distendida, en la que tuvimos oportunidad, todas las lectoras, de conversar con el autor y conocerlo en su ámbito personal. Nos contó, en qué momento le surgió la idea de escribir este libro, que cumple todas las características de la novela gótica, y el por qué siempre le ha gustado escribir.
 
Gracias a Laura por habernos dado la oportunidad de conocer este interesante libro de relatos y a su autor. Y gracias también a Alex por su ameno debate en esta primera reunión del Club de Lectura.
Laura, Alex y Coral
Parte de las componentes del Club de Lectura
En el centro libro "21 Relatos Góticos"



Momento de máxima concentración




Las chicas, faltaron Sara y Esther






¡Que buen ambiente!
Y por supuesto que no os quepa duda de que vuestra amiga seguirá escribiendo. He descubierto que me gusta volcar letras sobre el papel. En cada frase que escribo va un poquito de mí misma. Os quiero amigos. (Coral)

Un cuento entrañable con fábula

Todo este tiempo sin decidirme a incluir nada más en este blog, pero he recordado un cuento que escribí y cuya idea surgió tras una lectura que formaba parte de una actividad organizada en Valdefierro, por la UPZ, en la pasada primavera. En esa actividad teníamos que leer un relato del que fuésemos autores o algún texto de un libro que nos hubiera gustado. Una participante no encontraba el cuento que iba a leer en su libro y de esta anécdota comentó Amparo, profesora de la UPZ, que sería interesante crear una historia. Y el resultado es mi relato titulado "La huida del Cuento":





-Tengo miedo, algo les está pasando a mis amigos-, y llora con amargura.
Su mamá la abraza.
-Cariño, no llores, ha sido una pesadilla, nada les ha pasado a tus amigos, están durmiendo en sus casas al igual que tú.
Lucía se acuesta y la envuelve en sus brazos, coloca su cara junto a la de su hija y la inunda de besos. Quedamente se acompasan sus respiraciones y se duermen.
Mario, el papá, las observa y sonríe a pesar de que un velo de tristeza cubre sus ojos. Casi ha llorado al escuchar los gritos de su hija, impotente al no poder arrancarle ese miedo que le hace sufrir. Mi pequeña, cómo va creciendo, pronto habrá abandonado la infancia. ¡Qué bonita es! Se parece a Lucía, tendrá su misma belleza natural. ¿Será tan feliz como somos nosotros? ¡Ojalá!
Desayunan los tres juntos, como todos los días. Los padres van a su trabajo después de haber dejado a la niña en el colegio, la recogerán por la tarde.
Sus trabajos respectivos les impiden ir a recogerla juntos a la salida del colegio, y regresar a casa. Pero siempre encuentran momentos en su agitada vida para compartirlos con su hija.
 Tienen pensado darle un hermanito, pero no ven el momento, están demasiado ocupados.
Mientras tanto, Amparo, se ha acostumbrado a jugar sola. Tiene muchos juguetes electrónicos y muñecos, también casitas y vestidos para sus muñecos.
Inunda el salón de la casa con todas sus cosas, distribuye a los muñecos por el sofá, previamente, los ha vestido de médicos y enfermeras, es el momento de la consulta en la clínica. O de cocineros, y están en un restaurante preparando comidas. Y escenifica un bosque, con monstruos, duendes, animales y junto a sus amigos, extraídos de los cuentos que sus papás le leen cada noche antes de dormir, luchan para destruir a los monstruos, controlar a los duendes para que no les asusten y hacerse amigos de los animales. Sus papás le han enseñado a ser respetuosa con la naturaleza.
Lucía toma el libro y lo abre en el cuento favorito de Amparo, titulado "jugando con mis amigos en el bosque". Con su dulce voz narra las aventuras de los niños que luego Amparo escenificará en el salón de la casa. La niña le hace preguntas a su mamá que responde con cariño. En este nocturno ritual se va quedando dormida, tranquila.
-Espero que conforme vaya creciendo, desaparezcan estos terrores nocturnos que la inquietan-. No soporta, al igual que Mario, que su hija sufra, aun sabiendo que la vida le irá deparando alegrías y tristezas y que esos sentimientos forman parte de su desarrollo personal.
El tiempo pasa y Amparo ha aprendido a leer. Ya tiene seis años, se considera mayor. Hace tiempo que no llora por las noches y duerme más tranquila. Se entretiene sola leyendo sus cuentos favoritos antes de dormir. Cuando cae en un sueño profundo, los papás le quitan el libro de las manos y le dan un beso deseándole felices sueños y pidiendo a esa fuerza espiritual que nos acompaña cuando la necesitamos, que la proteja de lo intempestivo de la vida.
Esa noche se despierta inquieta y sobresaltada. No quiere llamar a sus padres, sabe que se preocuparían y, además, ahora ya es mayor y las niñas grandes no gritan y menos aún, lloran. Por fin, retoma el sueño, nerviosa.
Al día siguiente una duda le asalta, coge su libro y busca el “cuento de sus amigos del bosque” y no lo encuentra. Revisa las páginas una por una, llega al final del libro pero no está. Corre hacia sus padres llorando desconsoladamente quienes repiten la operación, pero tampoco lo hallan.
-No te preocupes, cariño, hay veces que los cuentos se van de los libros, los abandonan, buscando otros niños de su edad y otras aventuras que compartir. Tus amigos no crecen, siempre tienen la misma edad, y comprenden que pronto los abandonarás, los veras pequeños. No llores, tendrás más amiguitos de tu edad que se irán marchando lo que te producirá tristeza, pero otros vendrán trayendo nuevas alegrías, forma parte del tu ciclo vital-, dice Mario abrazándola y besándole en la cabecita.
Amparo estuvo triste unos días y con el tiempo recobró la alegría y siguió jugando en la escuela, con los niños y niñas que había ido conociendo en el curso.
Esa noche se despertó inquieta, hacía mucho que no tenía esa sensación. Fuera de la cama hacía frío. Siguiendo los consejos de mamá se puso la bata y se calzó las zapatillas. Se dirigió a la estantería de los libros y poniéndose de puntillas, extrajo el que había sido su libro de cuentos preferido, estaba apartado y semi oculto, no le gustaba mirarlo, sabía que faltaba su cuento y que sus amigos del bosque ya no existían, reavivando este hecho un sentimiento de tristeza.
Lo abrió y una expresión de sorpresa ilumino su rostro. Allí estaban, de nuevo, su cuento y sus amigos y se fijó en una frase al final de la narración que antes no estaba: "huimos pensando que nos abandonarías al crecer; hemos regresado a tu libro porque hemos aprendido que nunca nos olvidarás, sino que siempre ocuparemos un lugar en tu corazón. Sí te pedimos que cuando te acuerdes de nosotros abras este libro, te estaremos esperando".
Con una gran sonrisa que cubría todo su rostro y derramando lágrimas de felicidad despertó a sus padres y les dijo: “han vuelto mis amigos del cuento”.
(Coral González Vázquez)