Con el espíritu inquieto, el alma iluminada y, todo hay que decirlo, tras una sabrosa comida, nos dirigimos al Cañón del Río Lobos, entorno natural que lleva poesía en su paisaje. Allí no hicieron falta, ni palabras ni poeta que nos inspirara. Cada uno de nosotros trazó poesía en su piel en un compás de miradas.
Volveré... Besos a todos (Coral).